En el siguiente post os sugerimos otras plantas que soportan bien las condiciones meteorológicas invernales y que además lucirán en invierno:
ÁRBOL DE LOS FAROLILLOS: Árbol que en verano tiene una floración amarilla, en otoño su follaje se vuelve también de color amarillo intenso y en invierno conserva sus frutos, adquiriendo un valor ornamental alto. Posee una alta resistencia a la sequía y puede llegar a tolerar heladas moderadas (-12 grados) o en algunos casos, también fríos intensos de hasta 23 grados bajo cero. Aguanta bien la contaminación ambiental, es por ello que su uso en zonas urbanas está creciendo. Prefiere el sol, pero no aguanta el exceso de agua. Necesita suelos profundos y arenosos, pudiendo tolerar los calizos. No sobrelleva bien las podas, así que cuando crecen sus abundantes ramas deberemos de llevar a cabo podas ligeras.
AZALEA: De la familia de las camelias, tiene cerca de 700 variedades. Según la variedad puede florecer en otoño, invierno o primavera y es de crecimiento lento. Deberemos de colocarlo en un lugar iluminado pero no directo al sol, pues el calor y la sequedad lo perjudican mucho. La temperatura máxima en invierno será de 13 grados, a más altas, sus hojas y flores se secaran. Puede resistir el frío hasta los 3 grados bajo cero. Si decidimos meterla al interior, tendremos que colocarlo en un lugar ventilado y con un poco de humedad y alejarlo de los radiadores y de lugares con sol directo durante todo el día. Necesita tierra ácida y con buen drenaje. Evitar las zonas con agua calina, pues podría dañarla.
CALÉNDULA: De floración larga (produce casi todos los meses), en invierno puede sobrevivir hasta 3 grados bajo cero. No soportara las heladas intensas y su desarrollo óptimo se dará en climas templados. Será importante que reciban luz solar para su floración, sus flores tienden a seguirlo. También puede aguantar sequías. De colores amarillos, anaranjados y dorados, se cierran a las noches y se abren con la luz diaria. Es de fácil cultivo. Se adapta con facilidad a cualquier suelo, pero el ideal será arcilloso y de buen drenaje. En verano, su riego deberá de ser de dos o tres veces semanales y en invierno será suficiente con uno, sin excederse.
NARCISO: De la familia de las Amarilidáceas, cuenta con más de 400 especies. El mejor momento para plantarlo es en otoño. Tras la floración y al terminar su ciclo, dejaremos los bulbos en ese mismo lugar, de este modo, en los años siguientes tendremos floración, con más cantidad de flores y más fuertes, ya que se multiplican por sí mismos. Serán de color amarillas, blancas o anaranjadas y aparecerán a finales de invierno. Necesitará un lugar fresco sin exceso de luz, ya que la luz solar directa le perjudica; lo mejor será tenerlo en semisombra. Soporta bien las temperaturas bajas, sin que sean extremas. El suelo deberá de ser rico en nutrientes y de buen drenaje. Es una planta muy sensible a la podredumbre, así que tendremos mucho cuidado con los riegos, siendo constante pero no excesivo, evitando los encharcamientos. Abonaremos una vez al año para enriquecer la tierra. Cuando crecen, la altura que alcanza su delgado tallo lo hace propenso a inclinarse, por lo que le ayudaremos entutorándolo.
PRÍMULA: Su floración se da durante los últimos meses de invierno y principios de primavera y el mejor momento para sembrarlo es durante mayo y septiembre. Del centro de sus hojas verdes salen sus características flores con distintas tonalidades, desde blancos o rosas hasta los azulados. Es importante localizarlo en un lugar fresco y luminoso, pero sin que reciba la luz directa del sol. Resiste el frío pero no las heladas fuertes. Los riegos deberán ser abundantes, sin que el sustrato se seque y sin encharcar. Para poder mantenerlo para el año que viene, trasplantaremos a un tiesto mayor, con un buen sustrato y colocándola resguardada del sol y el calor. Pero en realidad, en la mayoría de veces se suele desechar después de la floración, ya que el calor y la falta de humedad del verano las supera y además las segundas floraciones suelen ser de menor calidad.