Aunque por la climatología no lo parezca, enero es uno de los meses más importantes para el desarrollo del huerto, ya que tendremos que preparar el terreno y planificar la siembra para que la cosecha sea optima en primavera y verano.
Primero, analizaremos el estado de nuestro huerto y abonaremos con un buen sustrato la tierra para que las futuras plantas tengan alimento para crecer. Evitar que se hiele también será primordial y una forma de protegerlo es con un acolchado de unos 5 – 10 centímetros de espesor. Es importante saber que nutrientes exigirán las hortalizas que queramos cultivar, para elegir mejor nuestro abono. Si nieva, no retiraremos la nieve, ya que su capa también nos ayuda a proteger la tierra del frío. Lo mantendremos limpio, eliminando las malas hierbas y hojas caídas y usándolas para el compost.
Además, empezaremos a planificar qué plantar en el huerto, teniendo en cuenta las rotaciones y los descansos. Podemos plantearnos probar nuevas variedades de semilla. Prepararemos nuestros semilleros de hortalizas cuya cosecha se da en primavera – verano, como pueden ser tomates, berenjenas o calabacines.
Las bajas temperaturas son la mayor amenaza y por ello deberemos de proteger nuestros semilleros. Para tener una futura buena cosecha los cubriremos con plástico o vidrio (siempre con algún sistema de ventilación) o utilizando semilleros de cama caliente, las cuales requieren un recubrimiento de plástico o vidrio, pero con la diferencia de que primero, debajo del todo, colocamos una capa de estiércol fresco. Es una buena opción para las zonas más frías, ya que con el calor que desprende la fermentación de este estiércol, mantiene una temperatura mayor a los 10 grados. También podremos acolchar, cubriendo la tierra con paja u otro material.
En zonas más cálidas podremos sembrar directamente en el terreno algunos cultivos, como ajos o zanahorias.
Además, tendremos algunas hortalizas para recolectar, como la col, el brócoli, los puerros, las endivias o las espinacas.