Para controlar las plagas y enfermedades de nuestros huertos y que no dañen nuestros cultivos, nuestra economía, la salud humana y el medio ambiente, debemos garantizar que llevamos a cabo todos los pasos para prevenirlos.
Habrá tres pasos principales para poder tenerlos bajo control: la primera y más importante, la prevención, la segunda, la observación y en caso necesario, la intervención.
Una opción de prevención, es programar bien el terreno que tenemos en nuestro huerto, respetando el espacio entre cultivos e intercalándolos. Es importante mantener una buena rotación de cultivos, informándonos de que hortalizas son beneficiosas entre ellas y cuales debemos de plantar para que la tierra este sana y las plagas no se propaguen. Ser cuidadosos con en el material que utilizamos a la hora de sembrar, obteniendo semillas y plantas que estén libres de enfermedades, proporcionarles riegos apropiados y fertilización adecuada…
Observar es importante, para determinar qué medidas tomar y cuando hacerlo en caso necesario. La inspección del huerto es clave, para ver cómo crecen los cultivos, las malezas y si aparecen insectos o enfermedades. Así decidiremos con criterio que clase de acciones o medidas tomar. Evaluaremos la presencia de los enemigos naturales, que nos podrán ayudar a minimizar sus efectos.
Por último, en caso de que sea necesario, actuaremos para reducir poblaciones de insectos y plagas. Primero haremos una intervención biológica, introduciendo directamente organismos predadores de las plagas. Si aun así, persiste su presencia, utilizaremos remedios e insecticidas naturales; preparados caseros como por ejemplo infusiones de plantas. Por último, si el problema no se resuelve, utilizaremos soluciones químicas. Un buen pulverizador nos ayudará a que nuestras aplicaciones sean más eficaces, ahorrando en producto, agua y tiempo.